viernes, diciembre 10, 2010

CELDAS DE LA LUBIANKA


Volkov es un enamorado de la sutilidad. El día es eterno en las celdas de la Lubianka. El sueño dentro los párpados cae como una losa que provoca descargas eléctricas. Los ruidos, mecánicos, rítmicos, como una marcha militar o la sinfonía de una cadena de montaje, se clavan dentro de los oídos y emprenden el camino sin retorno que conduce a la locura.

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